¡Hola abejita!
Si
me lees desde hace un tiempo (aunque hace una eternidad que no publico por aquí)quizás me has visto llorando por las equinas de
Instagram o en alguna entrada del blog,
quejándome casi con resignación de mi mala suerte a la hora de hacer
envíos de correos bonitos, premios… Hasta ahora (aunque miedo me da el solo
hecho de hablar de esto) he tenido relativa suerte a la inversa.. menos un
premio de un reto, todo me ha llegado.
Muchas
abejitas me han escrito contando que han tenido experiencias similares y eso me
ha animado a escribir estas líneas… ¿Qué pasa con ese correo bonito que nunca
llega a su destino? ¿Dónde va? ¿Por qué desaparece? ¿Por qué Iker Jiménez no lo
menciona en su programa? ¿Hay una mano negra detrás de todo esto?
Pues
bien… tras mucho investigar, contrastar información, pinchar teléfonos, poner
cámaras ocultas y tomarme un té de frutas del bosque (mmm.. qué rico), es hora
de desvelar toda la verdad.
Ahí
estás tú, en tu mesita dando los últimos toques a tu snail mail. Lo miras y
remiras.. Sí está todo.. hasta una buena muestra de ese washi tape tan bonito (con sus detalles
en foil) que compraste y que deseas compartir con tu penpal.
Lo
metes en el sobre con mucho cuidado para que no se nos mueva ni un solo clip de
su sitio. ¿Un sobre cualquiera? Nooo.. Ese sobre tiene más colorido que si se
hubiera enredado en un arco iris. Unos sellitos por aquí, un poco de caligrafía
por allá (porque escribes bonito y hay que lucirlo), más washi.. Vamos una obra
de arte.
Y
tan contenta que te vas a la oficina de correos. Si vas caminando, lo coges por
un extremo como si estuviera ardiendo, con la punta de los dedos… no queremos
arrugarlo, o que dejemos alguna huella…
no, no, no.. Si vas en coche, hasta te planteas ponerlo en una sillita para
bebés. Vas mirando de reojo, no sea que en alguna curva caiga y se doble alguna
esquina.
Y
después de todo este exceso de mimo (justificado, por supuesto) … ¡¡¿Por qué a
la pregunta de “¿Envío normal?” respondes que sí??!! Grave error.. muy grave.
Una parte de ti sigue con la duda de si has hecho lo correcto mientras ves el
sobre desaparecer en uno de esos cajones. Casi susurrando le dices “Por favor…
no te pierdas… llama cuando llegues… ¡y no hables con extraños!”. Y te vas.. y ese
sobre empieza la aventura.
En
la oficina de correos se apagan las luces, el sobre (llamémosle Mailito) no
llegó a tiempo para salir en el camión de reparto de ese día. Tendría que hacer
noche allí con otros muchos sobres y paquetes.
-Pues
sí que tenemos visita hoy. Mañana van a
tener que hacer hueco en el camión para que entremos todos.- Un sobre color
kraft y algo arrugado se desperezaba en uno de los estantes. Pronto reparó en
nuestro amigo –¿Pero tú quién eres y qué haces vestido de etiqueta?
Mailito
titubeó un poco antes de decir su nombre.
-
Corres peligro. Así no llegarás nunca a tu
destino.
- ¿Por qué, señor? ¿A qué se refiere?
- No me llames señor, llámame Sobre Común.
- ¿Sobre Común? Ese nombre es un poco…
- ¿Un poco qué?- Respondió el sobre kraft. -¿Un
poco insulso? ¿Soso? ¿Carente de interés? Eso es lo que pretendo.
Y
entonces Sobre Común le contó su experiencia en los días que llevaba en la
oficina de correos. El día que llegó, como no llamaba la atención, nadie se
percató de que el sobre se coló por el hueco que había entre dos cajas.
Deseando ser visto, ha pasado días de estante en estante esperando a que alguien
lo viera y lo metiera en el camión de reparto.
Durante
esos días escuchaba en la oficina a clientes quejándose porque los envíos no habían
llegado a su destino. En la descripción normalmente hablaban de que era un
sobre decorado y que dentro contenía chuches scraperas, tarjetas, un flipbook…
vamos.. pura tentación para los/as amantes de la papelería bonita y el scrap.
Ahí entendió Sobre Común por qué lo habían llevado a correos tan carente de
adornos… debía pasar desapercibido para no correr la misma suerte que esos
sobres. Los empleados de la oficina les recomendaban que para futuras ocasiones
hicieran los envíos con otras modalidades para garantizar su seguridad.
-¿A
qué se refiere Sobre Común?- Preguntó Mailito.
-Creo
que se refiere a lo que me hicieron a mí- Esa voz salía de uno de los cajones.
Se trataba de un sobre blanco lleno de etiquetas, números, sellos oficiales…
-Hola, me llamo CDL9782220182, aunque para
abreviar pueden llamarme Certificado.
-Hola
Certificado. Entonces…¿Tú no tendrás problemas para llegar?- Siguió preguntando
Mailito observando preocupado que él no tenía ningún código.
-Todo
puede pasar pero en teoría llegaré a mi destino pasado mañana.
-¡Vaya!-
Exclamó Sobre Común- ¿Hasta sabes qué día llegarás? Asombroso.
-¿Creen
que me perderé por el camino?- Mailito ya no podía ocultar más su angustia.
-Tranquilo
hijo, nosotros te cuidaremos para que no te pase nada- Dijo el sobre Kraft.
Durante
toda la noche los tres sobres estuvieron hablando, imaginando si viajarían muy
lejos, cómo sería la persona que los recibiera, si alegrarían el día a alguien
con su llegada…
Fue
así como cayeron en un profundo sueño por la mañana y no se dieron cuenta de
que los subieron a la furgoneta de reparto y comenzaron su viaje. Sin saber el
tiempo que había transcurrido, Mailito se despertó en la cima de una caja llena
de otros sobres. Sobre Común estaba en otra caja y Certificado iba en otra,
dentro de un compartimento de rejilla cerrado con un candado.
-¡Despierten,
despierten! Ya estamos de camino- Dijo Mailito emocionado.
Los sobres
despertaron y, aunque no había mucha claridad en la parte trasera de la
furgoneta, notaban que se estaban moviendo. La aventura comenzaba… o no.
El
motor se detuvo y el repartidor abrió las puertas traseras. Bajó algunas cajas
y las puso en una carretilla. En la
última caja iba Sobre Común.
-¡Ahora
nos vemos!- gritó.
- Yo
tengo que esperar a que me abran- dijo Certificado.
Mailito
veía cómo el repartidor entraba en una nueva oficina de correos y se emocionaba
pensando que el siguiente en salir sería él.
Tan
absorto estaba en sus pensamientos que no vio que alguien se acercaba a la
furgoneta y en cuestión de segundos ya se encontraba en el interior de una
mochila.
Mailito
no veía nada… solo notaba el movimiento del paso acelerado de la persona que se
lo había llevado. Echaba de menos a sus nuevos amigos, ellos lo hubieran
calmado.
Al
cabo de media hora, la mochila se abrió y dejaron a nuestro asustado amigo
sobre una enorme mesa blanca de Ikea. Cuando sus ojos se volvieron a
acostumbrar a la claridad observó que estaba en una habitación repleta de
sobres tan bonitos como él. Observó que cada sobre tenía escrito un destino
distinto.. pero todos estaban en esa habitación. Además había cajas llenas de
muestras de washi tape, maderitas, chapas… “Esta scraproom es 1000 veces más
completa que la habitación de donde me decoraron” pensó…
Poco
a poco fue entablando conversación con los otros sobres y todos le relataron
experiencias similares a la suya.. Y no solo sobres, un precioso álbum con una
portada que recordaba a Japón narró lo que le pasó el día que desapareció.
Debería
haber sido un sitio horrible pero con tanto correo bonito, con tantas chuches
scraperas, esa habitación se había convertido en un lugar precioso para
cualquier sobre.
Aún
así, Mailito se giró hacia la ventana y no pudo evitar mirar al infinito.
Pensaba en aquella persona que se pasaría las siguientes semanas preguntándose
por qué tardaba tanto en llegar su ansiado snail mail.
Y
colorín colorado… esto es lo que ha pasado.
Pues
esta es la historia que quería contarte. ¿Qué te ha parecido? ¿Cuál es tu
teoría sobre estas desapariciones? ¿Me cuentas tu experiencia? Sabes que me encanta
leerte…
Por
cierto, si quieres conocer el álbum de temática japonesa y cuál fue su historia, te invito a que visites el blog de Sheila “Beauty Peonia Crafts”
donde te contará todos los detalles… y de paso ves sus maravillosos trabajos ;)
Y si
quieres leer otra de mis historias, te invito a que leas “Amores scraperos”.
Una
última cosa… a veces me da por escribir pero no sé si este tipo de entradas te
gustaría que las publicase o prefieres otra temática. Cualquier aportación será
bienvenida.
Pues
nada.. ¡Hasta pronto abejita!